
Mantra
OM MANI PADME HUM
“El mantra de la Compasión”. El libro tibetano de la Vida y la Muerte lo presenta como el mantra para prepararse para la muerte y para despedir a nuestros muertos.
El Amor Supremo, eso es la compasión.
El Amor puro, suelta, fluye, confía sabiendo que nada muere, todo se transforma. Y al soltar, te vacías y al vaciarte, sentís la plenitud, es entonces cuando se comprende la vacuidad.
Al repetir el Om mani padme hum (“Om Mani Pémé Hum”) también:
- Trasladás ese Amor, esa vibración suprema a vos mismo. Compasión hacia dentro, para poder amarse a ese nivel, con esa intensidad. Es también el poder de este mantra. Aceptar el lado más oscuro, abrazarlo y soltar.
- Cada sílaba que compone el mantra tiene una virtud específica y poderosa para provocar la transformación en distintos aspectos de nuestro ser.
- Purifican completamente las seis ponzoñosas emociones negativas, y disipa el sufrimiento que acarrean: el orgullo, la envidia, el deseo, la ignorancia, la codicia y la ira.
Transformándolas en su verdadera naturaleza: la generosidad, la conducta armoniosa, la paciencia, el entusiasmo, la concentración y la sabiduría.
Kalu Rimpoche escribe:
Según otra manera de interpretar el mantra, se puede decir que la silaba OM es la esencia de la forma iluminada; MANI PADME, las cuatro silabas centrales, representan el habla de la iluminación, y la última silaba, HUM, representa la mente de la iluminación. El cuerpo, el habla y la mente de todos los budas y bodhisattvas son inherentes al sonido de este mantra, que purifica los oscurecimientos del cuerpo, habla y mente y lleva a todos los seres al estado de realización. El poder transformador del mantra surge y se desarrolla cuando lo anterior va aunado a nuestra propia fe y a nuestros esfuerzos de meditación y recitación. De esta manera podemos verdaderamente purificarnos.
“cuando el sonido de dharmata ruja como un millar de truenos, pueda todo convertirse en el sonido de las seis silabas” .
By Myrna Raquel Corsi
Fuente: El libro Tibetano de la Vida y la Muerte